¿Me quedo sin vosotras….?

Se ríen de vosotras, os utilizan irremediablemente. Su estupidez es tal, que viven sobre el convencimiento absoluto de proclamar vuestra inutilidad para ser algo en el mundo. Algunos se sienten ricos ante el velo de su ignorancia y os tratan como burdas herramientas para afrontar cada día y pasar sobre él de puntillas.

Curiosamente, uno se convierte en un mero observador y sin querer, se convierte en la luz que alumbra el camino de su obtusa podredumbre mental. ¿Es la envidia la que oculta tras sus burlas la incapacidad de sus corazones a reconocer la verdad que mueve el mundo?

Sois la paz y la guerra en cada uno de los rincones de este planeta y seguramente, en el resto del universo. Imaginarse una vida sin vosotras, para mí, es un pánico atroz. Pensar en vuestra elegancia y vuestra capacidad para unir corazones de diferentes latidos y latitudes, hace que se estremezca cada poro de mi piel.

Desde que tengo uso de razón, sois las que arropáis mis sueños en un continuo vaivén de posibilidades y para mi “bendita” desgracia, las que me desveláis y me mostráis el camino de la verdad en cada una de vuestras “caída de ojos”.

Si, os amo. Jamás dejaré de ser un infiel, un burdo pecaminoso, ladrón de mundos, asesino de estructuras y un incipiente caníbal del conocimiento que me dais como una droga imperecedera.

Quién no comparta, acompañe, comprenda o imite mis ganas y amor por vosotras, que se baje del tren y vea mi rostro perderse tras la niebla de sus pesares, pues yo sé que jamás caminaré solo por el valle de la muerte si vosotras me acompañáis.

El refugio de muchos se oculta tras la hipocresía, la soberbia y la magnitud desorbitada de una mente tan plana como los límites del mar en la época de Aristóteles. Sinceramente, si lleno mis bolsillos con vuestro conocimiento, jamás pasaré hambre.

No sé si tengo esa famosa facilidad para utilizaros y ser llamado por otros como el loco perdedor de segundos. Solo sé que cada noche me acuesto sabiendo menos y aprendiendo más de vuestra infinita sabiduría y con ello, soy feliz. Sí, soy feliz y lo seguiré siendo.

Perdonad mi osadía y utilizaros a estas horas sin vuestro permiso, pero os necesitaba para encontrar el camino hasta mi almohada y quizás, solo quizás, remover la conciencia de algún alumbrado y algún que otro corazón al que tanto amo.

Gracias 408.

Óscar Lamela Méndez.

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