Reseña de «El hotel Ferguson» de Liss Evermore
Es la primera vez en la historia de esta humilde web, en la que empiezo a escribir la reseña de un libro sin haberlo terminado. Las razones son varias; quiero destacar algo que tampoco he dicho a lo largo de estos años en este rincón, y es que la edición por parte de la Editorial Fanes me parace una absoluta exquisitez. El cuidado y cariño con el que se ha trabajado la historia de Liss Evermore está al mismo nivel de la calidad literaria del autor.
Días después…
Bien, ahora sí. He acabado de leer esta historia fantástica, misteriosa y llena de oscuridad, que en petit comité, el autor me dijo que estaba escrita desde hacía años y que le ha dado un lavado de cara.
Salpicada de terror con momentos estelares de Liss, en los que nos transporta a esa atmósfera opresiva, opaca y lúgubre recreada en los relatos de Poe y su admirador, Lovecraft. Una mezcla perfecta y acomodada en un Londres pos victoriano de 1936, que aún guarda esa esencia y que bajo el cuidado y documentación del autor se ha plasmado con maestría.
Evidentemente, el título de esta novela lo dice todo. La trama gira alrededor del famoso Hotel Ferguson, un lugar que esconde mucho más de lo que muestra y que el autor ha sabido darnos en las dosis justas para mantener el misterio y tensión que asola el lugar.
El protagonista de esta historia es Wilford Sullivan, encargado del mantenimiento del hotel que empieza a ver cosas muy extrañas. Los dos personajes que lo secundan son esenciales para armar un tandem ideal; Sam Maybrick, camarero y amigo de Sullivan, cuyo ingenio recuerda a Watson y con el que bromean ambos durante la historia; y por supuesto, el elemento femenino, la periodista Ivy Collingwood, que aparece en escena tras la primera muerte que ocurre en el hotel. Su investigación ira creciendo poco a poco al igual que nuestras dudas y teorías alrededor del dueño del hotel, el enigmático y misterioso Edwards Ferguson. Si olvidar la habitación 17…
Como guinda del pastel y complemento brutal para la historia, Liss nos traslada en flashes a diferentes épocas del pasado, cercano y lejano de la herencia del hotel o relacionado con él. Viajamos por lugares de poder como el egipto de los faraones o la Inglaterra y Francia inquisidora medieval, con la brujería y posesiones maléficas de por medio.
Un cóctel muy apetecible para los amantes del género fantástico y terrorífico. Por ello, debo destacar con alevosía la pluma de Liss, que ralla la elegancia de los autores de finales del siglo XIX y principios del XX. Doyle, como dije antes, está presente en esa bonita trinidad de personajes e incluso he captado a veces trazos de Dickens. Sin pecar en ningún momento de ese lenguaje a veces enrevesado o demasiado barroco que algunos intentan plasmar en estas historias y a veces insuflan de pedantería dialéctica.
En términos generales, me ha gustado mucho. Nunca he desconectado de la historia, pero debo confesar que en mi caso, si he pillado al autor en el final. Sin embargo, no ha desmerecido para nada el viaje y sobre todo, la estancia en un hotel en el que me volvería a alojar sin duda alguna. Siento que dentro de esas paredes queda mucho por contar y por supuesto, el trato de sus empleados ha sido formidable.
Enhorabuena Liss, te dedeo muchos éxitos y que el hotel siga recibiendo a muschos clientes… a pesar de todo.
Mi puntuación es de 8 sobre 10.