Reseña de «Desnudando el ayer» de Cristina Abella Jover

¿Hay algo más bonito o placentero que la lectura de un poemario entre novela y novela? Yo creo que no. Es como un alto en el camino; recibes su lectura con un cariño especial, otras ganas diferentes, una ilusión impropia. Te hace desconectar del mundo durante unos breves momentos, y si tienes suerte, como en este libro, encontrar parte de ti entre los versos de la autora.

Hoy os presento un poemario. Sí, ya sabéis que no soy un experto en ello y mis valoraciones al respecto son más sentimentales que de un corte «rigurosamente literario». ¿No creéis que esa es la verdadera esencia de la poesía? Sí, todos sabemos que un poeta es puro sentimiento a flor de piel y que nadie como ellos te hacen tocar el alma de los demás con sus rimas llenas de sinsabores, amores, dolor o miedos.

Yo particularmente soy de aquellos fieles a la poesía llana, directa y sin tapujos, que te de un bofetón en la cara y te saque de esa campana de irrealidad en la que vivimos muchos. Cristina Abella, personalmente para mí, lo ha conseguido.

«Desnudado el ayer» es una conglomeración de mil y un sentimientos, lleno de épocas diferentes de la autora. Épocas reales, no sentimentales. Es bonito el intentar averiguar entre sus versos, cuál de ellos los escribió cuando solo tenía quince años o ahora en su madurez. Muchos conocéis nuestra amistad, que va más allá de esa insignificante palabra para ella y para mí. Cristina es de mi sangre, porque lo digo yo (y punto) y porque nadie como ella me ha entregado su corazón amigo sin un cartel detrás de embargo, sin fecha de caducidad, como cada uno de sus poemas. Atemporales y necesarios en varias etapas de tu vida. Sencillos, intimistas (como los calificó perfectamente nuestro editor y amigo, Guillermo de los Mozos). Hay homenajes deliciosos, sobre todo a su abuela, una de las mayores culpables de que hoy nade entre sonetos. Perdones, como el que le dedica a su madre; guiños a sus queridos sobrinos y por encima de todos el que le dedica a alguien muy especial (prefiero no desvelarlo).

«Bailar un vals» es mi favorito, sin embargo me quedo con frases sueltas, que me han marcado especialmente como aquella que dice: «Y es que la vida es vida, no un cuento que se escriba» del precioso poema que es casi un cuento de fábula «Canción sin música».

Doy gracias a Dios o lo que sea, por no ser un experto en poesía, y algunos eruditos se echarán las manos a la cabeza. Para mí, la poesía no es como un rigor eclesiástico que mide la Fe más pura, la poesía es otra cosa, es lo único que le queda al ser humano para tocar el alma de otro ser con las palabras y el arrullo necesario con el que unir un corazón a otro de por vida. Para mí, mi querida amiga Cristina lo ha conseguido y desde aquí y por enésima vez, déjame decirte lo orgulloso que estoy de ti: Primero, como mujer e incansable luchadora; Segundo, por permitirme ser parte de tu vida de aquí a la eternidad y en tercer lugar, por haber parido esta pequeñita obra de arte que es tu poemario, tu «Desnudando el ayer».

Muchísimas felicidades, cariño.

Mi puntuación es de 8 sobre 10.

Óscar Lamela Méndez

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