Ahora que estamos solos…

Hoy es el día, uno de tantos, pero hoy en especial, necesito hablar contigo. Ahora que nadie nos oye, nadie nos lee, nadie nos vigila. Llevamos tiempo sin hablar, y desde luego, no quiero que creas que me he olvidado de ti. Te noto cada segundo de mi vida y debo de reconocer que muchas veces no te hago caso, en realidad, todos deberíamos de hacerlo.

¿Qué le está pasando al ser humano? ¿Dónde se quedaron los verdaderos valores? ¿Ya no importa el hecho, simple y llano que nos demuestran los niños en su primera etapa de vida? Esa que nos enseñan o recuerdan las verdadera naturaleza del hombre y la mujer, que no hay nada por encima de los sentimientos y que sin ellos, nos convertimos en seres oscuros y tristes.

Estoy agotado, agotado de luchar día tras día contra la corriente establecida. De remar entre mis ojos anegados y a la vez vacíos de ti, de ti y de todos los que yacen a mi alrededor. Todos han caído bajo nuestros pies y es triste ver nuestra incapacidad para reaccionar y dejarnos llevar por la furia y la autoritaria razón de nuestra cabezonería. Un cuerpo lleno de convulsiones sentimentales a flor de piel y que a la más mínima, suelta una oscura y candente lava de reproches y ataques contra nuestros propios congéneres, incluso, aquellos que son de nuestra sangre.

No voy a negarlo y no voy a ser un hipócrita, yo no soy un santo, estoy dentro de esa «secta». Simplemente cuando me pongo delante del volante, ya me convierto en otra persona, o más bien, otro ser. Sí, a todos nos pasa, pero este solo es un caso más de cientos: una puerta que no se deja abierta para que pase otro, un asiento que no se cede a otra persona, uno que se cuela descaradamente en una fila de personas que esta esperando cualquier cosa. La paciencia ya no está en nuestro ADN y mucho menos la empatía. Sin ella, verdaderamente jamás podremos tildarnos de seres humanos, los animales, dentro de su propia naturaleza y a día de hoy, tienen más valores que nosotros. Todos lo sabemos, pero nadie lo aplica a su vida cotidiana. Porque el ser humano solo vive por y para sí mismo, porque el único instante de sus vidas en el que recupera algo de esa esencia, es cuando somos padres, cuando encontramos a otros ser que nos necesita cada segundo de su nueva vida, igual que una persona que tiene una mascota, me da igual, la responsabilidad es la misma. Es una vida y por tanto es sagrada.

Con que derecho nos creemos con la capacidad de ponernos en la piel de otro, sin saber nada de esa persona y prejuzgarla hasta acabar con su vida, tanto literal como emocionalmente. Mañana, sin tú saberlo, puedes ser culpable de un homicidio.Sí, imagina que vas por la calle y te ríes de un chico o una chica que va con unas pintas u otras, ¿que cojones sabes tú de esa persona y en como puede afectarle tu burla? Quizás, esa persona lleve ese día mil comentarios denigrantes a sus espaldas y el tuyo sea el que finalmente colme el vaso de su autoestima y le ayudes a ir definitivamente al baño de su casa, coger las cuchillas de afeitar de su padre y cortarse las venas para acabar con su sufrimiento.

Luego está, por supuesto, la doble moral, sin olvidar el filo hilo fabricado por esta asquerosa sociedad al que le han llamado: Susceptibilidad. Todo tiene un por qué, todo se dice o se hace con una meta final: jodernos unos a otros, pero no en una cama dándonos placer, no, sino amargando la existencia de alguien que ha tenido más valor que tú y a mirado a la vida de frente. Simplemente para vivirla y disfrutar de ella cada segundo. Si algunos están tocados por esa varita invisible de la suerte, tú ya no eres nadie y solo por ello, debes destruir a los demás. ¿Que haces, imbécil? Sí, así te llamo a riesgo de entrar en tu lista negra, así llamo a todo aquel que es tan triste y pobre humanamente, que solo vive la vida de los demás.

Hace poco cree un personaje de esas características, como él no era feliz ni nunca lo sería, decidió dedicar su vida a disfrutar con el mal ajeno e intentar joder la vida de los demás hasta la muerte. Fue y es un reflejo de esta sociedad. A veces la gente no se da cuenta, sobre todo mis lectores, que yo no escribo de una forma tan «sangrienta» o «cruel» por hacerles disfrutar de su lectura o sufrir más bien. Lo hago para que vean la realidad que nos asola desde hace más de dos mil años y que un día un hombre vino al mundo con unas ideas totalmente revolucionarias y con un mensaje claro de amor y lo mataron por ello. Como a muchos otros a lo largo de la triste historia de este mundo, que cundieron con su ejemplo.

La conclusión es sencilla: Si vives por y para los demás, prepárate para sufrir el resto de tu vida. Porque nadie va a agradecerte lo más mínimo tus actos. Esta vida no es que esté hecha para sufrir, es que está hecha para la gente mala. A mi me queda la esperanza de que en la «otra», serán ellos los que pasen por ese calvario.

Eso sí, jamás voy a rendirme y por más que el mundo me hunda en su mierda y hoy esté en este pozo tan profundo, yo seguiré remando contracorriente y dando mi corazón a todo aquel que lo quiera o no. Gracias a Dios o a lo que sea que vela por mí, tengo la suerte de estar rodeado de muchos corazones de mi misma talla.

Gracias por ser parte de mi corriente. Y a ti, gracias, gracias por escucharme siempre, tú, mi corazón, mi compañero que tanto sufres a mi lado a día de hoy. Prometo seguirte siempre, aunque me cueste la vida.

 

Óscar Lamela Méndez

 

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