Reseña de La esperanza pese a todo de Émile Bravo

No sé si es una buena manera de empezar una reseña y quizás la más odiosa por el término comparativo que conlleva esta opinión, pero que Émile Bravo me haya transportado de nuevo a la niñez cuando iba a la biblioteca a devorar las historias del gran Hergé y mi querido Titín, creo que pueden ser el mayor de los halagos para él. De hecho, se le considera uno de los pocos herederos de su trabajo y fiel seguidor de los canones establecidos por la vertiente ilustradora francesa más tradicional en los cómics de aventuras para niños.

Es evidente que su dibujo evoca con facilidad esos recuerdos, pero en este caso debo de destacar su trabajo y el desarrollo que le ha dado a este personaje tan magnífico creado hace 70 años por el autor Rob-Vel y que homenajea con estas nuevas aventuras y sus orígenes. Sin dejar atrás el plantel de secundarios.

La esperanza pese a todo es una aventura compuesta por cuatro partes en las que el autor francés (de padre catalán y madre valenciana), nos lleva de la mano de Spirou. Un botones que trabaja en un hotel en Bruselas y que podía ser una historia muy normal si no fuera porque nos encuadra su vida en plena Segunda guerra mundial. Bélgica todavía no ha sido invadida por los nazis y en el ambiente se palpa la tensión entre los ciudadanos. Bravo refleja esa incertidumbre de una manera magistral y muy original a través en un principio de unos niños en una escena que emulan una batallas entre ambos bandos y donde llegamos a ver por primera vez los valores y el fondo que tiene Spirou. La guerra no tiene ni vencedores ni vencidos.

Nuestro protagonista no está solo y viene muy bien acompañado por el que para mí, es el alivio cómico de estas viñetas. Fantasio, amigo inseparable del botones, algo mayor que él, pero con la cabeza no muy bien amueblada y que incluso le mete en algún lío, hace que las páginas caigan una tras otra entre situaciones divertidas y otras no tanto. Por el camino, Spirou vivirá situaciones límites en las que tendrá que afrontar la perdida de empleo forzada por la invasión alemana, la ayuda a amigos a huir del conflicto por sus orígenes e incluso momentos críticos en los se cruzará con las juventudes hitlerianas y todo lo que ello conlleva.

Tras una capa muy fina de comedia y una patina esencial de humanidad, Émile Bravo nos muestra las miserias y desventuras de unos personajes que lo único que tratan es de sobrevivir en una época hostil, donde no eligieron nacer y sobre todo, nunca entenderán. La bruma de la guerra es tan espesa como la impetuosa necesidad de algunos por imponer sobre los demás sus ideales a base de bombas y fusiles.

Es curioso, porque en la comodidad de nuestras casas leemos estas historias como algo que pasó hace mucho y nos olvidamos que en Oriente y Europa del este, esto es hoy día la realidad de muchos. Por eso esta novela gráfica me ha llegado tanto y por eso me da una rabia increíble el hecho de que la segunda parte este agotada en todos sitios y no poder leerla. La editorial Dibbuks, a los que lee doy de nuevo toda mi gratitud por confiar en mi humilde trabajo para reseñar este cómic, tanto por aquí como en mi canal de youtube, me hizo llegar los ejemplares de la parte I y III, pero como os digo, no puedo leer la tercera sin tener el concepto de la segunda, pues termina de una manera que te dan unas ganas inmensas de seguir leyendo y saber que va a ser de Spirou y sus amigos.

Es por ello que le doy la enhorabuena al autor y aquí quedaré a la espera de una reedición de la segunda parte para seguir disfrutando de su arte.

Mi puntuación es de 7.5 sobre 10.

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