Presentación de LLAMADA DE SANGRE en Cádiz

Me encanta el olor de cada uno de los rincones que esconde las esquinas de mi corazón. Suena cursi, incluso a un anuncio de Ausonia, pero sobre todo, es algo improbable. Sin embargo, es la única manera que tengo de describir o asemejar, mejor dicho, los momentos previos a una presentación. Los nervios y esa incertidumbre en pensar que al final nos vamos a ver solos el presentador y yo, en medio de una sala con sillas vacías y nadie a quien contar mis locuras literarias.

Pasan los minutos y poco a poco, ese olor se hace cada vez más intenso y eso solamente lo provoca las sonrisas de las personas, que poco a poco, se acercan al redil en el que los cité durante las semanas previas al evento. Vuelvo a repetirme, lo sé, pero si no lo hago, no soy yo: «No cambiaría ninguna de las miles de escenas vistas por Internet de otros autores afamados y las colas provocadas por sus obras, si en ninguna de ellas no estáis vosotros». Sois la piedra angular de este pequeño contador de historias y los comentarios recibidos apenas unas horas después de la presentación, lo reafirman.

Para aquellos que no lo sepáis y antes de contar un poco como fue la presentación del pasado sábado día dos de junio, por culpa de las tonterías que salen desmesuradamente de mi cabeza, nunca me acostumbraré a vuestro cariño. Mensajes privados, fotos con mis libros en las manos de algunos lectores y lectoras, sin olvidar la sensación de que por muy pequeño que sea mi corazón, en algún momento, mis historias les han hecho vibrar de emoción. Eso no tiene precio alguno en esta y en mil vidas venideras.

Para dar comienzo a esta crónica, me debería remontar a los inicios y nacimiento de LLAMADA DE SANGRE, pero ya casi todos sabéis la historia. Por ello, y para enlazar con sencillez esto que os cuento, os diré que no puedo estar más feliz y orgulloso de que una de las personas que me han hecho llegar hasta aquí con su confianza en mí, me presentará el pasado sábado. Gracias infinitas y eternas, mi querido amigo Ismael Rueda García. Incontables serían las razones, pero todas se unieron cuando decidiste tomar al toro por los cuernos y lanzarte al ruedo para presentar a este astado, loco y lleno de heridas.

         

Os preguntaréis el por qué de esas heridas, esas son las de las sombras que riegan a veces mi corazón, sobre todo cuando la ilusión y mi cabezón empeño, me hacen creer que todos son como yo. Solidario, amigo y sobre todo, resignado ante la indiferencia humana. Gracias a gente como Ismael y contadas más, yo puedo sentirme orgulloso de tener amigos.

Gente que rechazó un trabajo extra por estar a mi lado, gente que canceló viajes o hizo todo lo posible por venir y verme. El cielo es vuestro por derecho propio y yo velaré porque así sea.

Emocionado y visiblemente feliz, Ismael me presentó dando gracias a Las libreras por cedernos su rincón literario y a partir de ahí, dejó que hablara su corazón. Contado como nos conocimos y de nuestro amor por la literatura. Sin querer desvelar mucho, como debe ser, dio pinceladas de la novela y su opinión personal sobre ella. Jamás podré agradecerle lo que hizo por mí esa mañana y el resto de ocasiones en las que me ha ayudado y pocos saben.

       

Tras una aplauso merecido, fue mi turno y quise copiarme a mi mismo como en la presentación de Madrid,  pidiendo primero perdón a los presentes por su asistencia y luego contando un poco de lo que casi todos ya sabéis, pero como voy sin guión y contando lo primero que me sale del corazón, me salté muchas cosas, me enrollé en otras e incluso se me olvidó dar las gracias a mucha gente que me ayudó en el proceso de la novela. Sobre todo a ti, Patricia Pintado, por tu magnifica portada y tu inestimable ayuda de hace cuatro años.

        

Para variar y como pasó en Madrid, la lié parda, pero esta vez de una forma distinta. A pesar de llevar varias batallas delante del público, tiendo a calmar o a descargar mis nervios con un bolígrafo en mis manos, esta vez, con la pluma que me regaló en el anterior evento mi amigo Paco, compañero del trabajo. El caso es que con el incesante y constante traqueteo de la pluma y el abrir y cerrar del capuchón, la tinta empezó a correrse sin remedio y me llenó las manos, la mesa y no llegó a los libros porque Dios no quiso. Como recalcó mi hermana en directo: «Algo normal, si no no sería él». Esa es mi esencia, como lo es esta novela. Un calco de mí, de mis experiencias en la vida: tanto literarias como de peripecias propias.

Un total de cuatrocientas páginas que te llevarán por mil caminos y cuando creas que ya has elegido el correcto, este maldito bastardo que os escribe, os joderá con otro giro argumental. Nada es lo que parece en LLAMADA DE SANGRE y os aseguro que si aun tenéis dudas, es que no sabéis disfrutar de la vida, de la literatura y porque no, de la sangre…..¿O sí?

Tras los aplausos, llegó mi ansiado momento, las preguntas del público. Ismael hizo la primera y dejó caer una escena a lo «Grey» de la novela, para formular su pregunta. Se fueron sucediendo muchas más y todas ellas, tan acertadas como interesantes para mí, sobre todo para que no dejara de hablar un instante. Cuando arranco…..

El caso es que pasamos una mañana agradable, entre anécdotas, historias paralelas y un sin fin de cosas más, como mis futuros proyectos y la tercera novela terminada y cuarta en mente. Mi cerebro no para de producir barbaridades. Solo quiero haceros disfrutar cada vez que paséis una página.

La firma de libros fue tan especial como deseada. Por mi culpa, y esto se me olvidaba, yo que no tengo nada que ver con la gente que allí se congregó, tengo el mérito de conseguir el haber reunido a varias personas de un mismo colegio en el que yo no estuve jamás, tras muchos años…..como se suele decir: «Cádiz es muy chico» y llego yo desde Madrid y lo consigo. Cosas mías.

 

No hay gratitud en el mundo para con vuestros corazones, ni siquiera el pequeño catering  que proporcioné a los invitados. Ojalá algún día, podáis decir lo mismo de mis historias . Se os quiere muy, muy mucho.

 

 

De verdad, gracias y mil veces gracias «Tacita de plata».

Óscar Lamela Méndez

Fotografía: Míriam Valle Benítez y Francisco Javier Barriga Carbonell.

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